A feeling called J.A.R.V.I.S.

Llegó, cantó y se fue. Así de preciso. Así de inglés. Así de Jarvis.

Nada de PULP, ni la más mínima referencia. Pero ya lo sabíamos, porque en las entrevistas previas a su presentación en Santiago de Chile lo dijo: ""No toco canciones de Pulp, porque eso era en Pulp. Yo era el cantante de ese grupo, escribimos las canciones juntos".

Y en lo que él puede entender como un consuelo, aclara de inmediato: "A veces toco canciones de otras personas. Cuando estuvimos en Argentina tocamos 'Purple Haze', de Jimmy Hendrix, porque cuando tocas en una banda te vuelves muy perezoso, y es bueno que, cuando vas a otro lugar, te pongas el desafío de aprender otra canción para ese día, que sólo tocarás ese día".

Aún así, desencantada por no tener la posibilidad de escuchar "Underwear" en vivo, Jarvis no defraudó ni un sólo segundo, a pesar de que el show comenzara con 45 minutos de retraso (¿Qué ironía para una banda británica, no?)

Después de más de hora y media oyéndolo, observándolo, admirándolo, sólo me resta decir que:
Es un mago sobre el escenario, y luce impecable en su traje marrón.
Su voz se mantiene intacta, por momentos grave, por momentos aguda, seductora, intensa, melosa.
Su impostación sigue siendo a veces casi sobreactuada, pero es su sello personal, el que lo distingue hasta el día de hoy de muchas otras bandas de la llamada generación "Brit Pop".

Charla e interactúa con la gente de manera simple y directa. Con un humor de niño, intentando decir en español, típicos modismos chilenos, como el "cachai?", "bacán" y "pintar el mono" (los que uno de éstos días, les prometo, explicaré)
Y se mueve como un gato sobre el escenario.
Ambiguo, histriónico hasta rallar en la ridiculez. Pero se lo perdonamos.

¿Por qué?

Por que es un genio musical.
Por que su sola presencia inunda el espacio.
Porque detrás de esos lentes gigantescos, hay un artista sensible y muy creativo.
Porque se agradece su excentricidad y originalidad, especialmente porque hoy por hoy sólo se está escuchando porquería en las radios (pido disculpas si ofendo algún gusto en particular)

Porque la puesta en escena sencillísima. Lo que importa acá es la música, no las coreografías ni mucho menos si el vocalista es lindo o no (y créanme, a su manera, él lo es)
Porque la banda tiene un sonido impecable (incluyendo a Steve Mac Kay, bajista de Pulp)
Porque regala dulces, cerveza y cigarrillos a la audiencia, con la condición de que debemos "compartirlos"
Porque hace un show increíble. El disco "Jarvis" en plenitud.
Porque bailamos al ritmo de Fat Children
Porque canté a rabiar con "Heavy Weather" (con la secreta esperanza de que Eva y Alba sintieran que en ese preciso instante, al otro lado del charco, alguien las recordaba con mucho cariño)
Porque me emocioné con "Don´t let him waste your time"
Porque deliré con "Black Magic"
Porque disfruté absolutamente TODAS las canciones que nos brindó en noventa minutos de recital.
Pero especialmente, porque no pudo cerrar su espectáculo de mejor manera, que entonando una de las más míticas y renombradas canciones de la historia del rock: "Starman" del Duque Blanco, mi otro gran amor, David Bowie.

Me rendí, así de simple, así de fácil.

Tal como anoche me decía Miss Fran: "...No escuchaste "Underwear", no bailamos con "Disco 2000".. ¿Pero ... pensaste alguna vez oír "Starman" en su voz?

No, la respuesta es absolutamente no. Y por eso estoy más que agradecida, extasiada. Me doy por pagada.
Escuchar a Jarvis Cocker en vivo es uno de los mil doscientos sueños que tengo, por fin, hecho realidad.

Y si ponen atención al video que les dejo, quizás, sólo quizás, escuchen mi "poco melódica/a esas alturas/voz... entonando junto a los demás la dichosa canción, aunque, lo más probable, es que sólo consigan oír mis gritos... y ya casi al final, mi llanto, de emoción, claro, es que con la música, yo no puedo, me sobrepasa, me llena, me domina. Mi música, la que a mi me gusta. Con la que vibro, con la que sueño, con la que me elevo y soy feliz.


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