Es lo que hay

Hay veces, en las que me gustaría quedarme calladita para siempre, y guardar mis opiniones sólo para mí, o para quien me las pida. Lamentablemente, tener una personalidad como la mía también tiene su lado malo: después de escuchar idioteces, o injusticias, tiendo a contestar, y aunque generalmente es con altura de miras, algunas veces me dejo llevar por la ira y suelo atacar al ofensor (quien no necesariamente me está atacando a mi, sino a otra persona, pero mi alma de justiciera me hace entrometer). Me encantaría tener una cajita con todos mis pensamientos ordenados perfectamente, y archivar ahí las cosas que dije, las que no dije, e incluso las que estoy por decir, para revisarlas antes de largarlas y no meter las patas hasta el fondo. Pero no puedo, soy espontánea, y la cara negativa de esta cualidad, pasa a ser el desatino. Me escudo en que no hay maldad necesariamente tras mis palabras, pero a veces termino haciendo daño. Es que, hay cosas que me superan. Estoy tan harta del cinismo de ciertas personas, de quienes se hacen llamar "amigos" y sólo se acercan por interés (y acá pueden ustedes preguntarse, qué puedo ofrecer yo?, pero ya ven, igualmente se me acercan interesadas, e interesados). Estoy harta de la hipocresía y la desidia, de la mala onda gratuita, de la negatividad y por sobre todo, estoy harta de la gente pobre de espíritu. Estoy cansada de los envidiosos, de los individuos que no tienen valores ni límites para conseguir aquello que desean, cansada de quienes atropellan a los más débiles, esos que no pueden defenderse, o que simplemente no saben cómo hacerlo. Estoy harta de los celos profesionales, cansada de que gente mayor, pero insegura, tema que yo, que recién estoy aprendiendo, pueda llegar a conseguir más que ellos. Estoy harta de los que dicen "Muy bien hecho" y por detrás dicen "Pero yo la ayudé" o peor, estoy hasta las manos con los que insinúan que lo que tengo no me lo he ganado por mi esfuerzo, sino por mis contactos. ¡¡Qué contactos!!! Si los tuviera, les aseguro que estaría derechamente trabajando en cine, o en la televisión, las áreas para las que me preparé por cinco años; no estaría tras un mesón en una Notaría, mirando desesperada que el reloj marque la hora de salida. Si fuera por contactos, viviría en la capital, llevaría una vida despreocupada, incluso bohemia. Pero no, me levanto de lunes a viernes, a las 06.45 horas, tomo locomoción colectiva para llegar hasta mi trabajo y llevo comida hecha en casa porque hoy por hoy mi sueldo ya no alcanza para comer a diario afuera. Me parto la cabeza tratando de ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio, ni siquiera las gracias, sólo por el gusto de hacer bien el trabajo, y por ayudar, pero no soy Sor Teresa de Calcuta, el egoísmo me invade de vez en cuando, y es ahí cuando me pregunto: ¿Y por qué diablos hago yo ésto? Si todo lo que he conseguido hasta ahora, ha sido por mi esfuerzo, por mi inteligencia y sólo he contado a lo largo del camino con el apoyo incondicional de mi familia y un grupo de amigos que no cambiaría ni por todos los "contactos" del mundo, ni por la amistad de Al Capone ni por la de Martin Scorsese. Y me dan ganas de partirle la cara a todos cuando dicen cosas como... "Es que estudió en la misma universidad con el hijo del jefe..." o "Cuidado con esta chica, que es amiga de un juez.." etc., etc., etc. Jamás he utilizado a ningún conocido y mucho menos a ninguna amistad para llegar a ningún lado, jamás lo hice y espero jamás tener que hacerlo. Recuerdo que una vez, el propio Mr. Bip me dijo que debía aprender a ser más manipuladora, que ya tenía gracias suficientes, pero que si ponía un poquito de maldad, conseguiría más cosas... Que con tanta transparencia, no faltaría el que se aprovechase. Y yo me quedé dándole vueltas a ésto por mucho tiempo, años incluso y, tuve la oportunidad de aprovecharme de situaciones o de gente en particular, y nunca lo hice. Porque se lo que valgo, y se que puedo conseguir todo lo que quiera con mis medios, con mi verdad y mi forma de ser. Y también se que no voy a cambiar, que no dejaré de hablar cuando sienta que deba hacerlo. Nunca nadie me ha puesto un pie encima, y ésta no será la primera vez. Si no les gusta con lo que se encontraron, pues den la media vuelta y se van, mal que mal, no los necesito. Y no me voy a callar cuando creo que hay soluciones posibles y conversables, no me voy a callar ni tampoco archivaré mis pensamientos y dichos si siento que expresándolos puedo cambiar en alguna medida este chaquetero mundo en el que estamos viviendo. No me voy a quedar callada mirando cómo abusan del poder, un poder que ni siquiera han ganado por méritos propios, no me voy a silenciar mientras sienta que están equivocados en su actuar, no lo voy a hacer mientras tenga cordura y consecuencia. No voy a guardar nada en esa cajita, a lo más, bonitos recuerdos, porque ahora, que aún soy joven, es el momento de actuar y de empezar a forjar mi vida, una vida de la cual en un futuro próximo llegue a sentirme muy orgullosa. Creo que tan mal no me ha ido, todo puede ser mejor, eso lo tengo clarísimo, pero todo a su tiempo también. Soy lo que ven, lo que ven es lo que hay, más allá de eso, no existo. El que quiere quedarse, bienvenido, el que no, la puerta es ancha. Pero estoy segura de una cosa: se de gente allá afuera que está feliz a mi lado. Y eso para mi ya es suficiente. No necesito más. Por ahora. Y estaría bueno que todos empezáramos a sacar nuestros archivos secretos. ¿Cómo saben? Quizás es parte del cambio que necesitamos.