Incertidumbre

Hoy tengo una nueva cita con la siquiatra, debo llevar unos ánalisis de sangre que me solicitó la última vez que nos vimos. Quiere despejar dudas acerca de un posible problema de tiroides. Estoy asustada, ni siquiera deprimida. Asustada, oficialmente. No se qué esperar. Quizás me de más días de licencia, quizás me aumente las dosis de antidepresivos (cosa que no me emociona) pero quiero que se acabe la angustia, el ahogo en el pecho, las aceleraciones del pulso. Quiero dejar de pensar y dormir. Quizás dormir un par de años. No es mala idea. Me siento flotando en un mar de incertidumbre, rozo con los dedos de los pies el suelo de vez en cuando, esbozo una sonrisa alentadora y luego, zas! flotando otra vez. ¿Alguien sería tan amable de amarrarme a mi cama y no dejarme levitar?

Desde el diván de mi siquiatra

Girl interrupted.

Contra todo pronóstico, y tras la insistencia de amigos, colegas y familia; terminé visitando a un siquiatra. A pesar de mis aprensiones, dudas, prejucios y burlas hacia este tipo de profesionales, debo reconocer que fue una grata sorpresa. Se trata de una mujer, muy guapa y con excelente gusto para vestirse (lo que derribó mi propio mito que los siquiatras se esconden tras enormes lentes y batas blancas) sumándole cien puntos en mi lista de "pros a los siquiatras". Es una persona cálida, sonríe tiernamente y me escuchó (bueno, para eso le estoy pagando) y comprendió (eso creo) a la perfección. Me brindó confianza, y en dos segundos sacó una radiografía completísima a mi personalidad. Después de oírme y observar detenidamente cada uno de mis gestos y movimientos, habló de cosas que yo acá ya he mencionado: no ser tan dura conmigo misma, ni tan culposa ni autoexigente, ser un poquitín más condescendiente, no ser tan soñadora, sólo en la justa medida, pero sobre todo, desacelerarme. Claro, probablemente ella me dijo... "bien Natalia, qué es lo que te trae por acá" y yo me largué hablando e intentando resumir en diez minutos todo lo que me ha llevado a este momento los últimos tres o cuatro años de mi vida (todo un record para mi, con lo que me gusta hablar....)
Fue bueno darme cuenta que no estoy tan mal como pensaba, pero que si necesito el reposo del que todos hablaban y que necesito concentrarme en mi, y en mis intereses. Dejar de sufrir por los problemas de los demás, dejar de querer (aunque eso toma tiempo) a quien ya no me quiere y dejar de soñar con cosas que no van a suceder.
Mi cerebro racional lo asume, comprende y asimila, pero es a mi cerebro emocional a quien le está costando un poco entender todo eso. Nuevamente, tiempo al tiempo. Están en guerra declarada, y necesito que hagan las paces, o de verdad me volverán loca.
Tengo que aprender a cultivar la paciencia, a no quererlo todo YA! y todo perfecto, porque eso no existe. Debo aceptarme con mis cualidades e imperfecciones, y sobre todo, no debo ilusionarme en vano, porque precisamente fue eso lo que me llevó a esta crisis, el querer algo con tantas ganas, y creer en alguien sin cuestionamientos, para luego sentir y sufrir las decepciones que he venido sintiendo desde hace un tiempo. Pero como de todo se aprende, a la única persona a quien tengo que darle una segunda oportunidad es a mí misma.
El diagnóstico de la doctora fue muy exacto: "Trastorno angustioso con episodios depresivos y de pánico"
Ahora ya no soy más Nat Clonazepam, desde ahora en adelante pueden llamarme Señorita Ravotril, mi más reciente aliado contra la ansiedad. Bueno, al menos durante los veinte primeros días de tratamiento. Luego iremos viendo con mi nueva mejor amiga, la "Siquiatra fashionista" que iremos haciendo para ser otra vez la Natalia de antes. Además de ese antidepresivo, tengo que tomar todas las mañanas uno llamado Lexapro, para controlar las crisis de pánico y la ansiedad generalizada. Y si la cosa se pusiera mal, lo que dudo, (pero ya ven, yo que dije que nunca visitaría a un siquiatra...) si la cosa se pusiera mal, tengo que ingerir una dosis de ravotril sublingual, de esos que pones bajo la lengua y dejas deshacer. Tiene casi el mismo efecto que el clonazepam, pero en menor miligramaje, así que espero no estar aturdida todo el día, además será sólo en caso de urgencia, y la verdad, que por ahora estoy sintiéndome mucho mejor. Tengo dieciséis días de descanso, me recomendó dormir mucho, porque necesita, para continuar el tratamiento, que mi cuerpo se ajuste a su rutina anterior y sobretodo, necesita que sonría. Si ella lo dice.... tendré que sonreír. Jajaja, no, ésta vez lo hago por mí. Espero que la próxima vez que nos veamos, me diga "Estás de alta Natalia, no me necesitas más" Realmente lo espero. (Ven, ya estoy toda ansiosa por terminar este tratamiento y aún no llevo ni una semana....) Niña mala, muy mala.

1° yo, 2° yo y 3° yo

Hoy me he levantado temprano. He ido hasta el banco, con la intención de arreglar mi paupérrima situación financiera y ponerme al día con las cuentas. Luego a cambiar el cheque de mi sueldo (maldición, me han descontado un porcentaje considerable debido a la licencia médica del mes pasado, menos mal que ésta nueva, por la depresión, no la descontarán, que sino, salgo para atrás y mejor me pego un tiro). Después, un paseíto por ahí y un rico almuerzo con mamá. Luego de shopping, pero tranquilas, que yo no he gastado un peso. Mi jefa se ha puesto generosa y ha decidido regalarnos a todas las funcionarias de su empresa un uniforme. Pero no cualquier cosa eh, no se crean que andaremos uniformadas como las tristes secretarias de la telefónica... No, que mi jefa es una dama fina y de mundo, y nos ha enviado a escoger trajes dos piezas de lanilla (que por acá ya llegó el otoño), muy chic, en colores muy sentadores y modelitos entallados y femeninos. Son dos pantalones, una chaqueta y dos blusas o sueters a elección. Ya les mostraré lo que yo escogí. Dios, qué ganas de comprar dan cuando la chequera no es de uno, verdad? Después, tenía que hacer la hora un rato pues me juntaría con mis amigas Irene y Patricia, así que entre que me daba vueltas por el centro comercial, zas! me metí en una peluquería y... jajaja, nada, que mis rizos no los corto ni con depresión... Sólo entré a mirar, y terminé haciéndome un masaje a las manos, la manicure francesa completita, incluso con un esmalte sellador que ponen al final del proceso y seca las uñas en un abrir y cerrar de ojos... (me quedaron preciosas!). En eso llegaron las chicas, ellas aún no habían almorzado así que yo sólo las acompañé..... Bueno, yo y mi vaso de jugo de chirimoya... es que con la clonazepam no puedo beber ni un sorbito de cerveza. Cháchara de más de dos horas, mucha risa y desahogo (qué bien hace rodearse con gente que te quiere). En eso llegó Carlos, la pareja de Irene y la pequeña Sofía, que está maravillosa y ya cumplió cinco meses (prometo más fotografías pronto). Y para finalizar la tarde, nos fuimos otra vez al centro comercial, pero ésta vez, a comprar el regalo para Pablito, el hijo de nuestra amiga Claudia, que llega al mundo mañana (es decir, para cuando ustedes lean esto, quizás ya habrá nacido) a las 08.30 horas en una césarea programada, que nos tiene a todas un poquitín ansiosas-nerviosas, pero sobre todo, super emocionadas... Se nos está agrandando la familia... Sólo falto yo... Bahhh, mejor ni pensar en eso, que tengo que ponerme bien y no seguir depresiva. He dicho. Hoy ha sido un buen día, mejor que ayer, pero estoy segura que mañana será espectacular.
Besitos esperanzadores a todos.

Ps. Lamento la pésima redacción, echémosle la culpa al ansiolítico. No por nada últimamente mi nombre es
Nat Clonazepam.