Untitled

Probablemente no todas (os) se han enterado, pero últimamente no me he sentido muy bien. He cargado en mi espalda todo tipo de frustraciones, decepciones labores y desilusiones amorosas los últimos tres años. Y yo, que siempre me las di de valiente y luchadora y no pedí ayuda jamás, hoy tengo en mis manos el diagnóstico del médico, ese resultado que tanto temí: Depresión y Crisis de Pánico.
La depresión, me la venía venir desde hace tiempo. Hace mucho que nada me motivaba, que todo me daba exactamente lo mismo, excepto una pequeña gran cosa: la posibilidad de un viaje y cierta persona que conocí. Pero como uno dispone nada más, ésto no resultó, y fue la gota que derramó el vaso que tan cargado de problemas sostenía. Éste se cayo al piso, se quebró y el agua se repartió por todos lados. Casi llegando a ahogarme. Y las crisis de pánico, sólo fueron una alerta física de que algo adentro mío no está funcionando bien. Eran mi cerebro y mi cuerpo diciéndome: "Natalia, deténte, observa dentro tuyo, toma tus tiempos, no ansies, piensa más, no actúes tan impulsivamente... Ni tu ni nosotros lo estamos resistiendo más..."


Y yo no hice caso. No me escuché, no miré dentro mío. Pasé de los estudios a un competitivo mundo laboral. Nunca temí nada porque siempre estuve segura de mis conocimientos, talentos e inteligencia. Pero confié demasiado, me dejé llevar por la egolatría y cuando miré hacia atrás, ya era tarde. No tuve suerte probando en mi ámbito, y descubrí casi por casualidad, o mejor dicho por causalidades de la vida, el área judicial, donde he estado cerca de tres años. Y la familia, como en todas partes, con sus altos y bajos. Y el amor, como para todos, del bueno y del malo; el problema es que yo no hice los duelos correspondientes, me escondí en el trabajo, en los amigos, en los sueños, en las idealizaciones. No tuve tiempos para lutos ni para penas. Seguí adelante, creyendo que lo que hacía estaba bien.
Y no fue así. Fuí acumulando temores, inseguridades, ansiedades y frustraciones. Con el tiempo creí que habían desaparecido, pero pequeñas cosas como las que me pasaron hace unas semanas (a saber, el despido completamente injustificado del trabajo de mi madre; y el rompimiento de una relacion amorosa que me tenía muy ilusionada) fueron los detonantes de mi crisis.
Pero tengo una red de apoyo maravillosa. Una madre más fuerte que yo, un padre que me ha sorprendido con sus palabras, una hermana a quien molesto todo el día pero que me tiene mucha paciencia y los mejores amigos del mundo. Con toda esta ayuda, imposible que no me vaya bien, verdad? Imposible que no me recupere, cierto?
Pues yo estoy segura que estaré bien. Tengo que seguir las indicaciones de los médicos, y de una vez por todas hacerles caso al pie de la letra. Debo mirar hacia atrás y cerrar los círculos que alguna vez inconclusos dejé. Debo tomar las riendas de mi vida, definirme y lo más importante, decidirme. Pero yo, tranquila, con las cosas claras, con un proyecto de vida, sin que nadie me exija, sin presiones de ningún tipo. Se que es un proceso largo, que requerirá justamente algo que a mi me falta: paciencia. Pero me quiero, me quiero más que lo suficiente para dar esta pelea. Porque honestamente, la depresión es una mierda. Soy una mujer bendecida; tengo una familia increíble, tengo amigos honestos y fieles, tengo dos mascotas exquisitas, tengo un buen trabajo, que aunque como ya saben, no es mi trabajo ideal, aún así, me agrada un poquito más cada día, y donde me siento bien recibida y estimada, especialmente por mis jefes, que me lo dijeron el día en que les comuniqué de mi licencia médica a raíz de esta enfermedad. Porque eso es, una enfermedad, y como tal debo asumirla, no puedo hacerle el quite otra vez. Acepto ayuda del tipo que estimen conveniente. Nunca antes he pedido ayuda para nada, ahora la necesito, de verdad. Acepto sugerencias para empezar a relajarme, acepto sonrisas cálidas y frases honestas, pero sobre todo, acepto que no estoy bien, y acepto que de ahora en más, debo poner todo de mí para nunca jamás volver a sentirme así. Acepto que me quiero como soy, pero me querré más si vuelvo a ser la de antes. Acepto que ahora necesito descansar y volver a sonreír con la misma ilusión y las mismas ganas que tuve alguna vez. Acepto que no soy perfecta y que lo mismo me hace ser especial. Acepto que no tengo todo lo que quiero o necesito, pero que estoy dispuesta a luchar por eso.

A feeling called J.A.R.V.I.S.

Llegó, cantó y se fue. Así de preciso. Así de inglés. Así de Jarvis.

Nada de PULP, ni la más mínima referencia. Pero ya lo sabíamos, porque en las entrevistas previas a su presentación en Santiago de Chile lo dijo: ""No toco canciones de Pulp, porque eso era en Pulp. Yo era el cantante de ese grupo, escribimos las canciones juntos".

Y en lo que él puede entender como un consuelo, aclara de inmediato: "A veces toco canciones de otras personas. Cuando estuvimos en Argentina tocamos 'Purple Haze', de Jimmy Hendrix, porque cuando tocas en una banda te vuelves muy perezoso, y es bueno que, cuando vas a otro lugar, te pongas el desafío de aprender otra canción para ese día, que sólo tocarás ese día".

Aún así, desencantada por no tener la posibilidad de escuchar "Underwear" en vivo, Jarvis no defraudó ni un sólo segundo, a pesar de que el show comenzara con 45 minutos de retraso (¿Qué ironía para una banda británica, no?)

Después de más de hora y media oyéndolo, observándolo, admirándolo, sólo me resta decir que:
Es un mago sobre el escenario, y luce impecable en su traje marrón.
Su voz se mantiene intacta, por momentos grave, por momentos aguda, seductora, intensa, melosa.
Su impostación sigue siendo a veces casi sobreactuada, pero es su sello personal, el que lo distingue hasta el día de hoy de muchas otras bandas de la llamada generación "Brit Pop".

Charla e interactúa con la gente de manera simple y directa. Con un humor de niño, intentando decir en español, típicos modismos chilenos, como el "cachai?", "bacán" y "pintar el mono" (los que uno de éstos días, les prometo, explicaré)
Y se mueve como un gato sobre el escenario.
Ambiguo, histriónico hasta rallar en la ridiculez. Pero se lo perdonamos.

¿Por qué?

Por que es un genio musical.
Por que su sola presencia inunda el espacio.
Porque detrás de esos lentes gigantescos, hay un artista sensible y muy creativo.
Porque se agradece su excentricidad y originalidad, especialmente porque hoy por hoy sólo se está escuchando porquería en las radios (pido disculpas si ofendo algún gusto en particular)

Porque la puesta en escena sencillísima. Lo que importa acá es la música, no las coreografías ni mucho menos si el vocalista es lindo o no (y créanme, a su manera, él lo es)
Porque la banda tiene un sonido impecable (incluyendo a Steve Mac Kay, bajista de Pulp)
Porque regala dulces, cerveza y cigarrillos a la audiencia, con la condición de que debemos "compartirlos"
Porque hace un show increíble. El disco "Jarvis" en plenitud.
Porque bailamos al ritmo de Fat Children
Porque canté a rabiar con "Heavy Weather" (con la secreta esperanza de que Eva y Alba sintieran que en ese preciso instante, al otro lado del charco, alguien las recordaba con mucho cariño)
Porque me emocioné con "Don´t let him waste your time"
Porque deliré con "Black Magic"
Porque disfruté absolutamente TODAS las canciones que nos brindó en noventa minutos de recital.
Pero especialmente, porque no pudo cerrar su espectáculo de mejor manera, que entonando una de las más míticas y renombradas canciones de la historia del rock: "Starman" del Duque Blanco, mi otro gran amor, David Bowie.

Me rendí, así de simple, así de fácil.

Tal como anoche me decía Miss Fran: "...No escuchaste "Underwear", no bailamos con "Disco 2000".. ¿Pero ... pensaste alguna vez oír "Starman" en su voz?

No, la respuesta es absolutamente no. Y por eso estoy más que agradecida, extasiada. Me doy por pagada.
Escuchar a Jarvis Cocker en vivo es uno de los mil doscientos sueños que tengo, por fin, hecho realidad.

Y si ponen atención al video que les dejo, quizás, sólo quizás, escuchen mi "poco melódica/a esas alturas/voz... entonando junto a los demás la dichosa canción, aunque, lo más probable, es que sólo consigan oír mis gritos... y ya casi al final, mi llanto, de emoción, claro, es que con la música, yo no puedo, me sobrepasa, me llena, me domina. Mi música, la que a mi me gusta. Con la que vibro, con la que sueño, con la que me elevo y soy feliz.


La tengo...


y estoy demasiado feliz... demasiado
(haga click sobre la imagen si lo desea, para ver más detalles de la presentación en Chile de Mr. Jarvis Cocker)

4 razones para odiar la escasez monetaria de marzo

N° 1

N° 2


N° 3


N° 4



Me uno al llamado público realizado por mi hermana menor acá.

Y apelo a toda vuestra creatividad, para ver si pueden ayudarme con algunas de éstas alternativas:

a) Buscarme de manera ultra rápida un novio-jeque-árabe-billonario-que-me-ame-con-locura; y que sea capaz de invitarme a los cuatro conciertos, pero en salon V.I.P. ( a mi y a Miss Fran, obvio)

b) Conseguirme la fórmula secreta para acertar con los números de la lotería de ésta semana (Vale, les prometo que el resto del dinero que no gaste en los recitales, los compartiré con ustedes)

c) Ayudarnos con la elaboración de un super plan para asaltar un banco, al más puro estilo de "Break Point" con Swayze y Reeves engalanados de surfistas.


Dios, cuando se trata de música, no tengo orgullo. Ah, pero el show de Mr. Jarvis Cocker lo tengo medio medio cocinado, estoy "conversándome" a mi mamá, y es que... mi mamá me mima... y sólo tendría que "prestarme" el dinero, que yo lo devuelvo, porque siempre, siempre, pago mis deudas. El problema son los tres recitales restantes. Creo que tendré que optar de forma madura y tranquila. Nooooooooooooooooooo, no quiero, quiero ir a todos!!!

otro lunes más

Descansando. En cama. Acá estoy. Aburrida. Desganada. Pálida. Al menos hoy ya no hay fiebre. Un virus, otra vez. El año pasado fue neumonía. Ésta vez no es tan grave, pero añadimos un par de cositas más: rinitis perenne y asma crónico (lo que es igual a : "deje de fumar ya si no quiere más problemas Señorita Natalia"). Y aunque intento ser positiva, no deja de preocuparme el hecho de que todos los años; repito, todos los años, mi salud, débil como pueden apreciar, se vea afectada tan drásticamente por un pequeño bicho, invisible al ojo humano, pero cruel y despiadado con mis bronquios y garganta. La única buena noticia que he recibido por éstos días, es que mis amígdalas prácticamente ya no existen ("están atrofiadas Señorita Natalia, tan pequeñitas que ya no se ven"). Así que hoy, igual que ayer, igual que el día anterior a ese, toca descansar. Sería mucho mejor si no estuviéramos en verano aún, sino hiciera calor en el exterior y en el interior de mi casa, y de mi habitación, sería mucho mejor si tuviera aire acondicionado. No. Error. El aire acondicionado afecta mis pulmones, son tremendamente sensible a los cambios de temperatura. Lo olvidaba. Diablos, la lista es larga. Ni mucho frío, ni mucho calor, nada de cigarrillos, nada de lugares encerrados donde no pueda respirar bien, nada de humaderas, nada de aglomeraciones de gente. Por qué mejor alguien no me facilita una pistola? (es una broma, amo mi vida, y quiero seguir viviéndola, pero sin tanta tos, ni tanto moquilleo, ni tanta fiebre ni dolor de oídos ni jaqueca) Es otro lunes más, pero ésta vez, estoy en cama.